domingo, 8 de diciembre de 2013

Farolas mal plantadas.

¿Quién puso esa farola ahí? Era tan sencillo como recorrer nuestras intransitables calles y no poder separarme de tu mano. Pero tuvo que aparecer esa farola, y hacerme perderte por unos instantes. Si ya me pareció mala tu ausencia unos segundos, imaginate cuando la farola se hizo eterna. La farola se convirtió en algo mas exteso que el muro de Berlín, algo que tardaríamos días en recorrer hasta volver a encontrarnos. Y esa extensa caminata se hizo rutina, rutina rara vez alterada. Lo peor es la costumbre, que ni el tiempo la encuentra, nadie sabe donde se ha escondido. Sólo se de mis ojos, que buscan tu presencia ansiadamente, pues mis labios aguardan tus besos y mi mano, entrelazarse con tus dedos como hacía justo antes de encontrar a esa inoportuna farola.

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