miércoles, 20 de noviembre de 2013

Años, montaña, destino.

¿El tiempo llega a cambiarnos o sólo vemos las cosas desde más perspectivas? Sigo siendo una niña de cinco años y no quiero cambiarlo jamás. Madurar está de más. Reír a carcajadas por nada, felicidad o simple impulso, pero seguir siendo una montaña rusa. En la cúspide, en lo alto del Everest, más alto que muchos sueños, y de repente bajo tierra. Que te entiendan no es necesario, ni que te entiendas tú, la razón sólo elimina sonrisas. ¿Para qué pensar las cosas antes de hacerlas?, ¿ser correctos?, no es necesario tanto. Prefiero aprender de errores, que vivir con miedo a cometerlos. No quiero quedarme en lo real, no quiero cambiar esto. Rutina podrían llamarlo, pero esta rutina me gusta, no se me hace rutinaria, tú llegas y la cambias tras cada segundo. Todo cambia si lo dejas cambiar, si quieres que lo haga. Y yo ahora no quiero, pero quizás en cinco minutos decida todo lo contrario. No sé que quiero. Ni quiero saberlo. Quiero que todo venga, que se vaya y vuelva de nuevo. Prefiero pensar que lo que tenga que ser será, pero que podre abandonarlo cuando quiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario