martes, 5 de noviembre de 2013

Yo sigo igual.

La inspiración está más que anulada, perdida. El viento me ha robado cada delirio y lo ha manejado a su manera. ¿Por qué las cosas más pequeñas terminan siendo las más importantes? Eran sólo unos jóvenes que buscaban un corazón al que unir el suyo. Estar dispuesto a todo por alguien, sin excusa posible, entregarte en cuerpo y alma. Escribimos lo que conocemos, pero últimamente dudo de mi conocimiento hacia esta realidad. Unos anillos que se caen de tus dedos a medida que se asienta el invierno, es el ritmo de la vida. Quejarnos de tanto sufrimiento, de tantos vacíos sembrados en huecos y no saber mirar nada más que tu pobreza. ¿Sabemos llorar? O quizás sólo sea un reflejo en nuestros ojos de lo que nos contaron un día que era el miedo. Me angustia que el calor sólo lo encuentre bajo las sabanas, necesito abrazos. Medir la escala de blancos en una paleta negra. Ser o decidir que ser cada día, ni te conoces, ni te conocen, y la duda te aterra. Es lo que surja, medido en pulsaciones al espacio del teclado. Ver subir los mensajes en Twitter, ninguno es para ti. Nada como esta noche eterna sentada en la cama. ¿Qué somos? Felices a segundos y tristes a minutos. Puto vicio el de desbloquear el móvil para encontrarme con tus mensajes. No busco la respuesta, sino que pierdan la importancia las preguntas, hazme olvidarlas. Ningún texto empieza contigo, te entrometes dentro con disimulo y acabas poniendo cada punto. No te dicen que fallas, sino que sigas intentándolo. Mi vida nació de un deseo, de un pensamiento esporádico, de un beso. Sin con tan poco se crea tanto, ¿qué sería capaz de hacer con nada?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario